Introducción
No es fácil asistir al confesionario. No sólo no es fácil reconocer ante nosotros mismos que hemos pecado en contra de Dios y nuestros vecinos, sino que además, debemos decir nuestros pecados ante un Sacerdote, manifestar que estamos arrepentidos, y humildemente pedir perdón! Sin embargo, es un poquito consolador saber que decimos todo esto en forma privada y que el Sacerdote confesor jamás repetirá a nadie lo que hemos confesado.
Porque entonces tenemos que confesar nuestros pecados a un Sacerdote? Porque no solamente decírselos a Dios y pedir perdón directamente a El? La respuesta a estas preguntas está arraigada al entendimiento de Jesús sobre la naturaleza humana y de pecado.
No es fácil asistir al confesionario. No sólo no es fácil reconocer ante nosotros mismos que hemos pecado en contra de Dios y nuestros vecinos, sino que además, debemos decir nuestros pecados ante un Sacerdote, manifestar que estamos arrepentidos, y humildemente pedir perdón! Sin embargo, es un poquito consolador saber que decimos todo esto en forma privada y que el Sacerdote confesor jamás repetirá a nadie lo que hemos confesado.
Porque entonces tenemos que confesar nuestros pecados a un Sacerdote? Porque no solamente decírselos a Dios y pedir perdón directamente a El? La respuesta a estas preguntas está arraigada al entendimiento de Jesús sobre la naturaleza humana y de pecado.